domingo, 10 de abril de 2016

Mondrian y el origen de la belleza


Piet Mondrian nació un 7 de marzo (de 1872). Comenzó pintando con cierto éxito escenas del campo de su tierra natal y aspiró a formar parte de la gran tradición de la pintura holandesa. Sin embargo, pronto reconoció que entre la naturaleza y el arte existía una contradicción insalvable. La pintura ya no podía aspirar a transmitir las sensaciones que resultan de contemplar los árboles, los ríos, el cielo y las piedras. El cuadro mismo aspiraba a ser el generador de su propia experiencia. Mondrian buscó entonces trascender esa dicotomía. Inspirándose siempre en la naturaleza (y después en el jazz y la experiencia urbana de Nueva York), abandonó el aspecto de las cosas y apostó por una forma radical de abstracción. Tomando como eje la línea, transfiguró el aspecto de las cosas (los árboles, los ríos, el cielo…) para crear un mundo depuradísimo de ritmos, armonías y tensiones con base en meras líneas negras, colores primarios y fondos blancos o grises. Para quienes se interesan en la historia del arte, resulta fascinante recorrer la evolución gradual, rigurosa y firme, entre los estilos de los dos cuadros de Mondrian que comparto con ustedes (el primero de alrededor de 1909; el segundo de 1922). El viaje de este artista desemboca en un mundo espiritual en el que palpitan sólo las piezas más elementales que componen el universo y dan origen a la belleza.



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