Hace casi un año, un buen amigo, escritor y médico, natural de Ciudad Real para más señas, me convenció para confeccionar una lista de los libros con los que más me siento en deuda. Subí cada título en entradas separadas en Facebook y ahora las recojo aquí para que no se diga que no cumplí con exhibir estas debilidades mías.
Primer
día de diez. Tras aceptar el reto que me lanzara mi amigo Juan Castell Monsalve ofrezco la primera portada de diez libros que me han
impactado. No es un lista de los diez que considero los mejores de la historia,
sino de diez que me han conmovido profundamente y que, en algunos casos, siguen
siendo una fuente de gozo, reflexión y asombro en mi vida. También he procurado
ofrecer las portadas de las ediciones en que las leí por primera vez (eso, en
los pocos casos en que esas portadas sobreviven, maltrechas por el paso
del tiempo). Comienzo con esta novela de Albert Camus escrita en 1947; una
poderosa alegoría moral que me dejó aturdido durante el final de mi
adolescencia y que plantea asuntos que aún me obsesionan...
Segundo día de diez. Tras
aceptar bajo presión el reto que me lanzara mi amigo Juan ofrezco la segunda
portada de diez libros que me han impactado, para bien o para mal. No es un
lista de los diez que considero los mejores de la historia, sino de diez que me
han conmovido profundamente y que, en algunos casos, siguen siendo una fuente
de gozo, reflexión y asombro en mi vida. También he procurado ofrecer las portadas de las ediciones en que
las leí por primera vez (en los pocos casos en que esas portadas sobreviven).
Cuando terminé de leer el Discurso del Método de René Descartes en el
bachillerato me dije: “Esto quiero hacer”. Y después de cerciorarme de que, en
efecto, la carrera de filosofía aún existía y que había lugares en los que se
contrataba por saber sobre ese asunto (así me lo dijeron), me embarqué en el
estudio de esta disciplina que me sigue deparando sorpresas, sinsabores,
desconciertos y admiración. Satisfacción no: ese talante, como he descubierto,
le está vedado al filósofo.
Tercer día de diez. Tras
aceptar el desafío de mi amigo Juan Castell, y tras una al
parecer polémica segunda selección, vuelvo a la carga y ofrezco la tercera
portada de diez libros que me han impactado, para bien o para mal. No es un
lista de los diez que considero los mejores de la historia, sino de diez que me
han conmovido profundamente y que, en algunos casos, siguen siendo una fuente
de gozo, reflexión y asombro
en mi vida. El Tanáj (lo que constituye la casi totalidad del Antiguo
Testamento cristiano) puede ser polémico en cualquier sentido, menos en su
influencia decisiva en la configuración de la cultura judía y, en general, occidental.
Consta de 39 libros repartidos en tres grupos (Ley, Profetas y Escritos) y la
compleja historia de sus traducciones inicia durante el tercer siglo antes de
la Era común con una versión vertida al griego para la comunidad judía de
Alejandría. Acudo con frecuencia a esta traducción que presento (que inició en
1955 y se encuentra en constante revisión) de la Jewish Publication Society,
pues combina rigor académico con fluidez y agrado en la lectura. Me gustaría
mucho que tuviéramos una traducción así al castellano.
Cuarto día de diez. Tras
caer en la celada que de manera artera me tendiera mi amigo Juan Castell ofrezco la cuarta
portada de diez libros que me han impactado. No es un lista de los diez que
considero los mejores de la historia, sino de diez que me han conmovido
profundamente. También he procurado ofrecer las portadas de las ediciones en
que las leí por primera vez (si acaso
sobreviven). Ahora va algo de poesía: “Personae” de Ezra Pound, en la
traducción de Rousset Banda, el libro que me introdujo a la gran poesía
norteamericana del siglo XX y, de paso, a la poesía contemporánea en general.
Versos inmensos de alguien que pretendió hacer de la poesía una forma de vida.
Aprendí en ellos muchas cosas, como la contemporaneidad del pasado y el gozo en
la precisión de poemas que parecen breves silogismos de tan redondos, tan
inevitables. También descubrí los peligros que encierra la poesía cuando
sucumbe al esteticismo político.
Quinto día de diez. Sigo
lidiando con el difícil reto de mi amigo Juan. Ofrezco ahora
la quinta portada de diez libros que me han impactado. No es un lista de los
diez que considero los mejores de la historia, sino de diez que me han conmovido
profundamente y que me han influido (para bien o para mal). También he
procurado ofrecer las portadas de las ediciones en que las leí por primera vez (en los pocos casos en que esas portadas
sobreviven). La de hoy es una portada que, como la que ofrecí en la cuarta
entrega, lleva la etiqueta “Handle with care”. No sé si será porque soy de
reacción lenta o qué me pasa, pero la cosa es que una constante en mi vida ha
sido siempre llegar tarde a todo. Y, por supuesto, llegué tarde al marxismo.
Eso quizá me permitió una visión más ponderada de la obra del barbudo de
Tréveris, y apreciar con amplitud sus “Manuscritos filosóficos económicos de
1844” a la luz de los descarríos de sus muchísimos seguidores y de los traspiés
—sobre todo en sus ideas económicas— en lo que se considera su obra cumbre: “El
Capital”. En los “Manuscritos” encontramos a un Marx más filósofo y menos
economista; menos materialista y más hegeliano; más reflexivo y menos
activista. Es la obra que generó la figura del “Marx humanista”, que contrastó
con un Marx dizque “científico”, como lo llamaron, no sin desvergüenza, los
grupos académicos más ortodoxos y sus gurúes. Hay en los manuscritos un intento
bastante fallido de derivar categorías económicas a través de la dialéctica,
pero está también un análisis muy matizado del famoso concepto de “alienación”
que sigue generando interés y que creo que aún es lectura indispensable para
tratar de entender la extrañeza que nos produce la sociedad en que vivimos, y
la degradante deshumanización a la que nos expone.
Sexto día de diez. Mi amigo Juan Castell me ha inducido con
hábiles ardides a seleccionar los diez libros que más me han impactado, para
bien o para mal. No es un lista de los diez que considero los mejores de la
historia, sino de diez que me han conmovido profundamente y que, en algunos
casos, como sin duda en éste, siguen siendo una fuente de gozo, reflexión y
asombro en mi vida. Parece que el
escritor ruso Isaak Babel señaló una vez con mucho acierto: “Si el mundo
pudiera escribir por sí mismo, escribiría como Tolstoi”. La enorme novela “La
guerra y la paz” es muchas cosas, y entre ellas es lo que dice Babel: el mundo
mismo se despliega ante nuestros ojos su sentido múltiple, irremediable,
familiar e insólito a la vez. En ese tejido de la historia, el tirano Napoleón,
el admirable general Kutúzov y la épica del pueblo ruso se coloca en un mismo
plano de gravedad que los chismes de salón, las levedades de princesitas
adolescentes que se aburren cada tarde, las tareas diarias de los campesinos
humildes, los árboles y los animales. No hay leyes que determinen nuestros
actos ni los resultados de las batallas; tampoco hay individuos imprescindibles
y el azar nunca deja de aportar lo suyo. Las cosas son como son y los planes de
los personajes no siempre se realizan… Y, sin embargo, entre las rendijas de
ese escenario tan llano se cuela en cada página de la obra un sentido de
trascendencia grandioso, avasallador. “La guerra y la paz” no es sólo mi novela
favorita: leerla ha supuesto una de las mayores experiencias de cualquier tipo en mi vida.
Séptimo día de diez. Mi
amigo Juan Castell Monsalve me ha inducido con ensalmos y hechizos importados
de la Edad Media a seleccionar los diez libros que más me han movido el tapete,
para bien o para mal. No es un lista de los diez que considero los mejores de
la historia, sino de diez que me han conmovido profundamente y que, en algunos
casos, revisito continuamente. Aunque se tata e un libro pequeñito, la influencia en el pensamiento occidental de la
“Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres” (1785) es inmenso. A su
brevedad, hermana una claridad de expresión que no es muy común en el resto de
la obra de Kant, un filósofo con el que se puede o no estar de acuerdo, pero al
que es imposible ningunear (so pena de no entender nada del mundo moderno).
Ahora con el resurgimiento de nacionalismos y de la presencia cada vez mayor de
poblaciones migrantes, conviene recordar una idea que con tanta fuerza defiende
Kant en este libro: debemos ser capaces de reconocer la humanidad en todos y
afirmar nuestra lealtad y respeto a la razón y a la capacidad moral que hay en
cada uno de nosotros. Tal es la base de la ética y de la sociedad, según el
filósofo prusiano. Las banderas, las etnias, las tradiciones o las lenguas
pueden ser todo lo coloridas que se quiera y hasta enriquecer la vida, pero son
moralmente irrelevantes.
Octavo día de diez. Juan
Castell Monsalve, amigo mío, me ha inducido con artimañas extraídas del Pozuelo
Seco de Don Gil a seleccionar los diez libros que más me han movido el tapete,
para bien o para mal. No es un lista de los diez que considero los mejores de
la historia, sino de diez que me han conmovido profundamente y que, en algunos
casos, revisito continuamente. El Pirké Avot es uno de los sesenta y tres tratados de la Mishná (el código legal judío
recopilado hacia el siglo III de la era común). La obra más popular de la muy
extensa literatura rabínica, contiene algunas de las máximas más famosas de los
rabinos de la Antigüedad y que exponen, sobre todo, la sabiduría práctica
contenida en el judaísmo. La espiritualidad se entreteje con la ética y con la
importancia del estudio para delinear una imagen de la mejor vida individual y
colectiva posible. Hay quienes sostienen que podría ser el primer manifiesto de
justicia social del mundo occidental. Dependiendo de la edición, la obra se
acompaña de comentarios iluminadores de autoridades tradicionales que van desde
Rashi, Maimónides y Ovadía de Bertinoro, hasta (como en el caso de la edición
que muestro en la imagen) rabinos y estudiosos modernos y contemporáneos (Leo
Baek, Emil Fackenheim, Judith Plaskow et alia). Va una pequeña muestra del tipo
de exhortaciones que se ofrecen y discuten en el Pirké Avot: Dice el rabino Tarfón
(de Judea, ca.120–140): “No es tu responsabilidad finalizar la obra [de
perfeccionar el mundo], pero tampoco eres libre de desistir en ello”. O Ben
Azzai (Tiberias; siglo II): “La recompensa de una mitzvá es una mitzva; y la
recompensa por una transgresión es una transgresión”. O uno de los dichos más
famosos y comentados de toda la obra, atribuido al famoso Hillel el Sabio (cuya
principal actividad tuvo lugar entre el año 30 a.e.c. y el 10 e.c.): “Si no soy
para mí mismo, ¿quién será para mí? Si no soy para los demás, ¿qué soy yo? Y si
no es ahora, ¿entonces cuándo?” Ahí les dejo estas inquietudes…
¡Casi
termino! Noveno día de diez. Juan Castell Monsalve me ha inducido con artimañas extraídas del Pozuelo Seco de
Don Gil a seleccionar los diez libros que más me han movido el tapete, para bien
o para mal. No es un lista de los diez que considero los mejores de la
historia, sino de diez que me han conmovido profundamente y que, en algunos
casos, revisito continuamente. Rodión Raskólnikov, un joven estudiante, pobre e
“intoxicado de ideología”, se piensa superior a los demás y comete un horrendo
crimen para demostrarlo. “Crimen y castigo” es la historia de la transformación
de su conciencia moral desde sus delirios de superhombre hasta su redención
final de la mano de Sonia, una prostituta inocente y abnegada (ya la mezcla de
estas particularidades atestigua la genialidad del autor). Para Dostoievski, y
eso nos muestra en su relato, el mundo tiene, querámoslo o no, una estructura
moral, que sólo se nos revela en la sumisión y la fe. Mezcla de relato
policíaco, crítica social y fábula religiosa, “Crimen y castigo” es una de las
novelas más intensas y mejor ejecutadas de toda la literatura.
Misión cumplida.
Décimo día de diez. Juan Castell Monsalve me ha pedido que comparta las portadas de los diez libros
que más me han influido en mi vida, para bien o para mal. No es un lista de los
diez que considero los mejores de la historia, sino de diez que me han
conmovido profundamente y que, en algunos casos, revisito continuamente. Ludwig
Josef Johann Wittgenstein, qué duda cabe, tiene credenciales suficientes para
ser considerado el filósofo más original e influyente del siglo XX, junto con Martin Heidegger. Las
“Investigaciones filosóficas” (1953) son, como todo lo que escribió el vienés,
algo muy peculiar, una mezcla de recordatorios, preguntas, ejemplos
imaginarios, exhortaciones y argumentos que, tras leer con atención, producen
en el lector la incómoda y a la vez exultante sensación de que no se sabe decir
exactamente qué es lo que aprendió, pero que abandona las páginas con la
visión correcta de las cosas. Un efecto, creo yo, perfectamente calculado, si
se atiende que Wittgenstein considera la filosofía no como una teoría, sino como
una actividad, una “terapia”. También Wittgenstein me ha llevado a revalorar la importancia de la filosofía. Los abismos de la filosofía son, muchas veces
(¿siempre?), sólo confusiones lingüísticas, pero apuntan hacia algo importante
en nuestra naturaleza, hacia una tendencia irrevocable de estrellarnos contra
los límites de nuestro lenguaje. De ahí que los problemas importantes de la
vida se diriman en otra parte, en los ámbitos (prácticos, no teóricos) de la
ética, la estética y la religión. “La sabiduría es gris” dice Wittgenstein (¿parafraseando a Goethe?), “En cambio, la vida
y la religión son multicolores”. Y, ocupándose del “Sinn des Lebens”, nos
expone: “La solución del problema de la vida se aprecia en la desaparición de
ese problema. (¿No es ésta la razón por la que las personas que tras largas
dudas llegaron a ver claro el sentido de la vida no pudieran decir después en
qué consistía tal sentido?)”
Estupendo ejercicio. ¿Qué sería de nosotros sin los libros? Pensé en la analogía que mencionaste en tu anterior post de León Portilla que compara a quien no sabe de su historia con aquel que llega sin boleto ni sabe a dónde va al aparador del aeropuerto. De tu lista tengo varios por leer. De los que mencionas "El discurso del método" y "El Tanaj" (particularmente el libro del Génesis) me han dado mis sacudidas.
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