Estas líneas, nacidas del desánimo, aparecieron antes en la Crónica Sonora del gran Benyi:
Mi kit de emergencia para discutir sobre Medio Oriente – CRÓNICA SONORA (cronicasonora.com)
En
estos días se me ha hecho muy difícil evadir lecturas, discusiones y algún pleitecito
a propósito de la situación en Medio Oriente. Confieso que algunos de esos
intercambios han resultado ser muy útiles y hasta diría que consoladores (la
lucidez de algunas personas siempre apacigua en momentos difíciles), pero otros
sólo me alarman y angustian por los prejuicios de los que hacen gala, el
desconocimiento que exhiben o por la combinación de ambas cosas. Desde luego
que no me pasa por la cabeza que ande por ahí sin descubrir una manera diáfana
de exponer el conflicto y su posible solución; por el contrario, además de
embrollado, en un asunto como éste influyen mucho, siempre y de manera
inevitable, nuestras ansias y sesgos de naturaleza política, religiosa o
ideológica. Para los actores directos, les va también lo que consideran su
identidad y hasta su miedo a perderse como naciones. Y a todos nos puede ganar
en mayor o menor medida la tristeza, el azoro y aturdimiento ante tanta simple crueldad.
A mí me deprime no entender casi nada y sentir que debo resignarme a que el
dolor, el odio y la muerte pronuncien siempre la última palabra. Por eso me
irrita toparme (y peor: discutir) con quienes llegan blandiendo recetas facilonas
para acabar con el problema y que con arrogancia emiten veredictos de
culpabilidad o inocencia, nos dicen quiénes son víctimas y quiénes verdugos,
quiénes sufren más y merecen nuestra compasión y a quiénes debemos desaprobar con
repugnancia.
En
estas formas distorsionadas de percibir los hechos hay, cómo no, mucha mala
ideología; de ésa que, aunque tengamos una perspectiva más o menos clara de los
hechos, trastorna nuestra brújula moral y diluye nuestra empatía. También hay ignorancia,
prejuicios y esquemas de análisis demasiado simples. Cuesta mucho por todo ello
mantener con cabeza despejada y en una misma balanza tantos agravios y
reclamos, tantas voces que se gritan y las innumerables razones, buenas y
malas, que han llevado a que las negociaciones para la paz fracasen una y otra
vez y a que el mal se imponga.
Así
que (de manera bastante impulsiva, lo reconozco) expongo a continuación una
lista de cuestiones que creo que envician de entrada y terminan por descarrilar
cualquier discusión medianamente fructífera del conflicto al reducirla a un vano
intercambio de eslóganes que no nos ayudan a pensar (pero que, eso sí, halagan
bien sabroso nuestros egos: nada como sentir que estamos del lado de los
jodidos y de la Historia). Son sólo los que se me ocurrieron, algunos que me
han expresado y otros que he advertido que forman parte de los presupuestos de algunos
de mis interlocutores. La mayoría son concepciones muy generales y, desde luego,
hay varias que se me han escapado. Así que, de toparme con un antagonista
hipotético, le diría algo así como, mira, en verdad no me interesa discutir
contigo el asunto del conflicto árabe-israelí si:
1) Sostienes que Israel no tiene
derecho a existir o piensas que las aspiraciones nacionales de los palestinos
no son igualmente legítimas.
2) No condenas incondicionalmente la
violencia de los grupos terroristas contra la población israelí o consideras
que se pueden justificar o minimizar los bombardeos sobre la población civil
palestina.
3) Afirmas que Israel no tiene derecho
a defenderse y que los ataques que sufre por parte de militantes palestinos no
son graves, o que los llamados a “aniquilar” al otro de parte de políticos y
militantes de ambos bandos son mera palabrería.
4) Niegas que los pobladores de Gaza y
Cisjordania sufren sistemáticamente de abusos, despojos y discriminación por
parte de las autoridades israelíes y te indignas (o te parece inconcebible) que
reaccionen de forma violenta.
5) Confundes a los judíos con los israelíes.
6) Equiparas a Israel con la Alemania
nazi.
7) Igualas a Hamás o a Hezbolá con los
palestinos.
8) Supones que todos o muchos
palestinos son terroristas o que apoyan a terroristas.
9) Crees que el castigo colectivo a
una población, mediante bloqueo o bombardeo, no es injusto y que es un método eficaz
para debilitar a un gobierno enemigo.
10) Te imaginas que Israel es un
proyecto colonialista que debería ser “desmantelado” o que los árabes de Gaza y
Cisjordania deberían ser reubicados en Egipto, Jordania o en algún otro lugar.
11) Piensas que los gobernantes
israelíes son soberbios y expansionistas porque
son judíos o supones que los dirigentes palestinos son violentos y atrasados porque son árabes.
12) Piensas que los asentamientos
judíos en Cisjordania no son un obstáculo para la paz.
13) Niegas el empleo de escudos humanos
por parte de grupos radicales en Palestina.
14) Concibes que es posible sentar en
una mesa a negociar a terroristas y a nacionalistas religiosos.
15) Reaccionas como si la vida de un
niño palestino valiera menos que la de un niño israelí (o al revés).
16) Estimas que en todo esto hay sólo una
víctima y sólo un victimario; si no aceptas o no estás dispuesto a vislumbrar la
realidad de dos tragedias.
17) Sientes que Israel o Palestina
deben “portarse bien” para tener derecho a un hogar en el mundo.
18) Citas la Biblia para explicar tu
posición sobre el conflicto.
19) Crees que puedes saber “quién tiró
la primera piedra” y además juzgas que algo así zanjaría el asunto, o que todo
se reduce a ver “quién llegó primero”.
20) Reivindicas el “derecho” del actual
régimen iraní a poseer armas nucleares.
21) Estás seguro de que este conflicto
nunca se solucionará.