lunes, 11 de abril de 2016

Longe da te, cor mio... Madrigales de Monteverdi


Para Rivka (TPB)

Claudio Monteverdi publicó su Cuarto libro de madrigales en 1603. En esta obra se desarrollan ya elementos de la llamada seconda prattica, un nuevo estilo secular en el madrigal con el que el compositor nacido en Cremona en 1567 y muerto en Venecia en 1643 llevó el lenguaje polifónico renacentista a una nueva expresividad con frases más libres y “declamadas” y sorprendentes disonancias. Con éstos y otros recursos Monteverdi manifiesta su enorme capacidad para responder a las posibilidades poéticas de los textos y contribuye así al advenimiento de la sensibilidad barroca y el canto monódico. Además de 9 libros de madrigales, sobrevivieron hasta nuestros días diversas obras de música religiosa (¡el Vespro della Beata Virgine!) y tres óperas portentosas (desgraciadamente, la mayoría se perdieron) que marcaron cómo habría de cultivarse el género en los años por venir. Mi admiración por Monteverdi es mayúscula, y simplemente lo considero el más grande músico italiano de todos los tiempos.

Ahora bien, llevado por el entusiasmo y el amor que profeso hacia cierta personita, ofrezco aquí en castellano los madrigales del Libro cuarto. Las versiones del “itañol” son mías. Me declaro a la vez afecto e ignorante de la lengua italiana, de modo que ahí les encargo si descubren errores de traducción (que seguro los hay, como también habrá fealdades estilísticas y otros defectos). Así que advertidos están. Procuré interpretar un poco el carácter apasionado y epigramático de los textos y quizá con ello contribuya un poco para que, quienes no conozcan la música de Monteverdi, puedan disfrutarla y comprenderla un poco mejor…

Hay en la red muchos videos de los madrigales de Monteverdi (algunos de interpretaciones en vivo, otros con subtítulos). Les dejo aquí este enlace de una excelente versión del libro cuarto con el Concerto Italiano:

https://www.youtube.com/watch?v=GrqO_ipHPMM

Y, ahora sí, agárrense, que van mis traducciones: 

Ah dolente partita (Giovanni Battista Guarini)

¡Oh dolorosa partida!
¡Oh fin de mi vida!
¿Te abandono y no muero?
Y, con todo, experimento
La herida de la muerte,
Y al separarnos
Siento una agonía vivificante
Que mantiene vivo mi dolor
¡Para que mi corazón muera eternamente!


Cor mio, mentre vi miro (Guarini)

Corazón mío, mientras te miro
Visiblemente me transformo en ti;
Y trocado así
En un solo suspiro exhalo mi alma.
¡Oh belleza mortal!
¡Oh belleza vital!
Pues un corazón tan pronto
Nace por ti, que por ti muere.


Cor mio, non mori? e mori! (Anónimo)

Corazón mío, ¿no mueres? ¡Muere!
Tu ídolo te es arrebatado
Y pronto estará en brazos de otro.
¡Ah, rómpete corazón mío!
Deja la vida y el ardor
Pues no puedes mantenerte vivo
Sin esperanza ni ayuda.
Vamos, corazón ¡muere! Yo muero, yo parto, adiós
Dulcísimo bien.


Sfogava con le stelle (Ottavio Rinuccini)

Desahogando con las estrellas
Un enfermo de amor
Bajo el cielo nocturno su dolor,
Decía mirándolas fijamente:
“Oh bellas imágenes del ídolo que adoro,
Si, como me han mostrado
Mientras brillan
Su rara belleza,
Así pudieran mostrarle
Mis flamas ardientes
La harían con vuestro semblante áureo
Misericordiosa, como a mí me hacéis amoroso.


Volgea l'anima mia soavemente (Guarini)

Mi amor, suavemente,
Esa querida y radiante
Mirada, toda belleza y deseo,
Me dirigió, centellante, y parecía decirme:
“Dame tu corazón, que no vivo sin otra cosa”.
Y mientras mi corazón vuela a donde fue invitado
Por esa belleza infinita,
Suspirando grité: “Mísero de mí. Despojado así,
¿quién me dará vida?”
Me responde ella con un suspiro de amor:
“Yo, que soy tu corazón”.


Anima mia perdona (Guarini)

Alma mía perdona
A quien es cruel sólo porque
Misericordiosa no ha podido ser; perdona a quien
Sólo en las palabras y en el semblante
Parece tu enemiga
Pero en el corazón
Es tu amante más tierno;
Y, si aún deseas venganza
¡ah! ¿Qué mayor venganza podrás obtener
Que tu propio sufrimiento?

Pues si tú eres mi amante
Como en verdad lo eres
Pese al cielo y la tierra,
Cuando lloras y suspiras
Esas lágrimas tuyas son mi sangre,
Esos suspiros el aliento que me da vida,
Y las penas y el dolor que sientes
Son mis tormentos, no los tuyos.


Luci serene e chiare (Rodolfo Arlotti)

Luces serenas y claras,
Vosotras me incendiáis, pero mi corazón
Siente placer en el fuego, no dolor.
Dulces y queridas palabras,
Vosotras me herís,  pero mi pecho
No siente dolor en la herida, sino placer.
Oh milagro de amor:
Un alma que es toda fuego y toda sangre
Se consume sin dolor, muere y no languidece.


La piaga c’ho nel core (Aurelio Gatti)

La herida que tengo en el corazón
Mujer, y que te deleita,
Es culpa mía y de tus ojos.
Mis ojos te vieron,
Los tuyos me hirieron.
Pero ¿cómo puede ser común la falta
y el dolor sólo mío?


Voi pur da me partire (Guarini)

En verdad me abandonas, inclemente,
Y el partir no te duele.
¡Ah! Es una muerte cruel
¿Y te regocijas en ello?
Se acerca la hora suprema
Y tú no la sientes.
Oh maravilla de dureza extrema:
¡Ser el alma de un corazón
Y separarte sin sufrir dolor!


A un giro sol (Guarini)

Con una mirada sola de esos bellos luceros
El aire alrededor sonríe,
el mar y los vientos se aquietan
y el cielo se adorna con nueva luz.
Sólo yo tengo ojos tristes.
En verdad, cuando naciste,
Tan cruel e insensible,
Nació la muerte mía.


Ohimé, se tanto amate (Guarini)

¡Ay! Si tanto te complace
Escuchar la palabra “ay”, entonces
¿Por qué matar a quien la dice?
Si muero, un solo, lánguido y doloroso,
“ay” podrás escuchar;
Pero si, corazón mío, deseas
Que haya vida de ti para mí, y de mí para ti,
Tendrás miles y miles de dulces “¡ay!”


Io mi son giovanetta (anónimo)

“Yo soy una jovencita
¡y río y canto en la nueva estación!”
Cantaba mi dulce pastora
Cuando, de pronto,
Ante aquel canto mi corazón
Entonó una melodía como un pajarillo alegre:
“¡Yo también soy joven
Y río y canto en la dulce y bella
Primavera del amor
Que florece en tus ojos bellos!”
“Huye”, me dice, “si eres sensato del fuego.
¡Huye!, pues en esos ojos
Nunca habrá primavera para ti”.


Quell’augellin, che canta (Guarini, Il pastor fido I, 1)

Este pajarillo que canta
Dulcemente y sin motivo
Vuela del abeto a la haya,
Y de la haya al mirto.
Si tuviese alma humana
Diría: “Ardo de amor, ardo de amor”.
Y apenas arde en su corazón
Llama a su Deseo
Quien le responde:
“Yo también ardo de amor”.
Bendito seas
Amoroso y gentil pajarillo.


Non piú guerra, pietate (Guarini)

No más guerra, piedad,
¡Mis ojos bellos, mis ojos triunfantes!
¿A qué vas armada
Contra un corazón capturado y rendido?
Liquida a los rebeldes
Liquida a los que se arman y defienden
No a quien, vencido, te adora.
¿Quieres que muera?
Moriré tuyo, y el sufrimiento de la muerte
será mío, pero la pérdida será tuya.


Sí ch’io vorrei morire (Maurizio Moro)

Sí, que me quiero morir
Cuando beso, amor,
La bella boca de mi amado.
Oh, dulce y adorada lengua
¡Dame tantos besos húmedos
Hasta que de dulzura en este seno me extinga!
Ah, vida mía, en este blanco pecho
Estrújame hasta que desmaye.
Ah, boca, besos, lengua, me hacen decir:
Sí, que me quiero morir.


Anima dolorosa che vivendo (anónimo)

Alma dolorosa que en vida
Tanto dolor y suplicio  soportas
Cuando escuchas, hablas, piensas, ves o sientes,
¿Aún respiras? ¿Qué esperas? ¿Te aferras aún
A esta muerte en vida, a este infierno eterno
De tus penas?
¡Muere, miserable, muere!
¿Por qué te demoras? ¿Qué haces?
¿Por qué, muerta para el placer, vives para el dolor?
¿Para qué vivir para la muerte?
Consume el dolor que te consume a ti
Esta muerte que pretende ser vida.
Muere, mezquina, a tu morir muriendo.


Anima del cor mio (anónimo)

Alma de mi corazón,
Puesto que me abandonas (¡miserable de mí!)
Si desearas en algo aliviar mi martirio
No te niegues, al menos, a que te siga
Sólo con mis suspiros
Y para recordarte
Que con tantas penas y tan mala fortuna
Quedo como verdadero ejemplo de amor y fidelidad.


Longe da te, cor mio (anónimo)

Lejos de ti, corazón mío,
Me consume el dolor,
La dulzura del amor.
¡Vuelve ahora, vuelve! Y si el destino
Dispone que sufra aún junto a ti
Deja que tus bellos ojos resplandezcan
Para que yo arda en ellos y muera feliz.


Piagn’e sospira (Torquato Tasso, La Gerusalemme conquistata)

Llora y suspira, y cuando los rayos del sol
Apremian al rebaño hacia la dulce sombra,
En la corteza de los pinos y las hayas
Escribió el nombre del amado de mil formas.
Y de su destino los graves ultrajes
Y varios infortunios  grabó en dura corteza.
Y al releer sus propias notas
Sus ruborosas mejillas cubrió con lágrimas.

1 comentario:

  1. Estimado Maestro
    Me encontré con sus excelentes traducciones del Quarto Libro feo Madrigali de Monteverdi y me permito decirle que han sido de las mejores con las que me he encontrado. Precisamente quisiera pedirle su autorización para usarlas en los conciertos que ofreceremos Cappella Barroca de México y yo dirigendo en varios recintos el mes entrante con motivo del 350 aniversario de la muerte del gran genio cremonés. Por supuesto está usted invitado y sería un honor que nos acompañe. Saludos. Horacio

    ResponderBorrar