domingo, 10 de abril de 2016

Ha muerto Hilary Putnam


Ha muerto Hilary Putnam… Recuerdo que la primera vez que me deslumbró fue durante mis años de licenciatura en los que me interesó por algún tiempo el problema mente/cuerpo, y en particular las teorías de la identidad entre los sucesos mentales y fisiológicos. Sus ideas sobre la realizabilidad múltiple me intrigaron mucho. También me convencieron, o al menos eso me pareció entonces, sus argumentos para defender una semántica externalista en la filosofía del lenguaje (todos mis colegas recordarán su famoso argumento del mundo gemelo y el significado de “agua”). Después, ya interesado en otros problemas, me lo volví a topar, y estudié con atención sus ataques contra la dicotomía entre hechos y valores (un rasgo “cientificista” que, según Putnam, había hecho mucho daño a la filosofía). Sin embargo, lo que más me ha impresionado siempre de este pensadores es su capacidad, casi diría despiadada, de criticarse a sí mismo. En un ámbito en el que casi todos nos obsesionamos con pillar qué está mal en lo que escriben los demás, Putnam se ensañaba con lo que él mismo publicaba y enseñaba. Me sucedió con frecuencia que, apenas sentía que había comprendido su última publicación, me topaba con otro artículo o libro que demolía la posición que tanto me había costado asimilar. Y así casi hasta sus últimos años. Lo último que leí de él fue, de nuevo, desconcertante: un libro (menor, sin duda, dentro de su producción, pero que devoré de una sentada) titulado “Jewish Philosophy as a Guide to life”. ¡Un estudio de un filósofo analítico sobre pensadores como Buber, Rosenzweig y Lévinas! No faltaron quienes dijeron que se trataba de las preocupaciones de un hombre ya viejo que no iban bien con sus trabajos anteriores. Se equivocan. Pienso que este libro de Putnam representa más bien la última transformación de un pensador que busca alcanzar aquello a lo que nos referimos con una palabra que en esta época casi nos avergüenza emplear: sabiduría. Podemos simpatizar o no con las creencias religiosas de Putnam (dice cosas muy drásticas, como: “En mi espiritualidad, visualizo a Dios como una persona. No es que crea que Dios sea una persona. Pienso, más bien, ¿qué es lo que una persona idealmente buena, idealmente sabia —y quizá con una pizca de sentido del humor—quiere que yo haga? Ésa es la experiencia espiritual central”). Pero lo que queda es la última lección de un pensador que valoró siempre la búsqueda de la verdad, la integridad intelectual y, sobre todo en sus últimos años, una función importante para la filosofía (la más rigurosa posible) más allá de los pasillos y salones de la academia.

Recomiendo la siguiente semblanza escrita por Martha Nussbaum: http://www.huffingtonpost.com/martha-c-nussbaum/hilary-putnam-1926-2016_b_9457774.html

Y la página del filósofo en el Departamento de Filosofía de Harvard (Con bibliografía y enlace a su propio blog): http://philosophy.fas.harvard.edu/people/hilary-putnam

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