viernes, 1 de abril de 2016

Allegro


Continúo con el festejo por el cumpleaños de “Papá Haydn”, como cariñosamente le llamaron Mozart, Schubert  y Beethoven. Ahora les dejo por aquí un poema de Tomas Transtörmer (premio Nobel 2011) que condensa en imágenes huidizas los sentimientos que se agolpan en quien escuche con esmero a Haydn. Hay que recordar que Tranströmer (quien falleció apenas hace un año) tocaba el piano. Después de sufrir la hemiplejía que afectó la mitad de su cuerpo y su habla, aprendió a tocar con muchos esfuerzos su instrumento predilecto con una sola mano. Les dejo también la versión original en sueco para los excesivamente curiosos y para mis innumerables amigos que dominan el sueco.















Allegro


Toco Haydn después de un día negro
y siento un sencillo calor en las manos.

Las teclas quieren. Golpean suaves martillos.
El tono es verde, vivaz y calmo.

El tono dice que hay libertad
y que alguien no paga impuesto al César.

Meto las manos en mis bolsillos Haydn
y finjo ser alguien que ve tranquilamente el mundo.

Izo la bandera Haydn —significa:
“No nos rendimos. Pero queremos paz”.

La música es una casa de cristal
donde vuelan las piedras, donde las piedras ruedan

Y ruedan las piedras y la atraviesan
pero cada ventana queda intacta.

De El cielo a medio hacer (1962). Traducción de Roberto Mascaró.


Allegro

Jag spelar Haydn efter en svart dag
och känner en enkel värme i händerna.

Tangenterna vill. Milda hammare slår.
Klangen är grön, livlig och stilla.

Klangen säger att friheten finns
och att någon inte ger kejsaren skatt.

Jag kör ner händerna i mina haydnfickor
och härmar en som ser lugnt på världen.

Jag hissar haydnflaggan – det betyder:
”Vi ger oss inte. Men vill fred.”

Musiken är ett glashus på sluttningen
där stenarna flyger, stenarna rullar.

Och stenarna rullar tvärs igenom
men varje ruta förblir hel.

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